¡MUCHAS GRACIAS! Gracias a la posada Pancontigo que cobró vida y tuvo gran algarabía entre sus asistentes. Gracias a Eugenio por su generosidad a la hora de ofrecernos tan espléndido espacio. Gracias a todos los niños que han participado con sus risas, sus bailes, y su sabiduría. Y gracias a Esther por hacernos amar el teatro con la misma pasión que ella le procesa.
Y ¡No lo olvidéis, malandrines!
Un cuento abre el apetito de la imaginación, así que papas y mamas,
¡UN CUENTO TODOS LOS DÍAS!
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